miércoles, 15 de mayo de 2013

Episodio 2: La Revolución alienigena

Como buen soltero que era, en mi época había dos cosas fundamentales, en mi rutina semanal en casa, domingo de resaca, levantarse a las cuatro de la tarde, beber mucha agua e invitar a los amigos a comer pizza a mi casa. Una semana después de obtener mi pulsera, aún no había aprendido a ponerla en marcha. Había quedado con unos amigos para que me dieran soporte a la hora de ponerse en marcha la para jugar todos juntos después de las pizzas. Estábamos a domingo, seguí la rutina de beber mucha agua, me duché, lavé los dientes y me iniciar las llamadas. Empecé alfabéticamente, llamando a mi amigo Alex, y no os engañéis por el nombre, ya que él se catalán y tiene sangre de alemana, en mi agenda telefónica lo tengo como "Alex (informático)". Todo el mundo debería tener un amigo informático que le repare las máquinas o una amiga gay a quien explicarle las cosas de pareja. Cuando Alex dignó a coger el teléfono ya era la tercera llamada, y además, en domingo ya sabían el motivo de la llamada. Lo más extraño fue que cuando contestó, sólo se oía "ayúdame, ayúdame" pero un segundo después empezaron a reír y se escuchaba la voz de mis amigos, venía de la escalera de la comunidad de vecinos, abrí la puerta de mi primer segunda, y allí estaban riéndose y gritando "ayúdanos, ayúdanos" Javier ha quitado los zapatos y se que el olor repugnante de sus pies era asquerosa y aparentemente hereditaria . Todo el mundo se decía y lo convertía todo en una simple broma. Nuestro grupo estaba formado por "payaso", Javier, fácilmente reconocible por sus dientes de conejo, el "niño bueno", que era Alex. El primo de Javier, que era el "Friqui" del grupo, pero también el más musculoso, El "tramposo, que era Ramón, un" crack "dando la vuelta las cosas para hacer de su interes. La chica, que era la novia de Alex. Una chica con cambios de humor de un niño de cuatro años. Los gemelos mudos, extremadamente tímidos y yo, pero no pienso describirme, sólo diré que era el más alocado. Era un grupo "estrafalario", especial y único, pero juntos éramos muy felices sin necesidad de nada más. El tiempo pasó volando entre charlas y bromas, ni me acordé de la pulsera que tantos dolores de cabeza había dado. Toda la tarde parecía una peli cula de comedia en la que cinco horas son tres segundos con la típica música que acelera la escena. Cuando se fueron, hicimos "la ruta" y los acompañé a casa. Todos cogíamos las bicicletas y acompañábamos a la casa más cercana a uno, y así hasta el último. Cuando me quedé solo me puse mi música romántica y volví a casa sin prisa. Al llegar a casa, las luces eran apagadas y el silencio se comía cada una de las paredes como si estuviera abandonada, sólo podía escuchar mis pasos y procedí a encender las luces y el televisor, estiré en el sofá y puse a hacer "zapping". No hacían nada bueno en la televisión y dejé las noticias, intenté encender la pulsera diciendo palabras extrañas y otras palabras más comunes como "engega't", también probé a golpes y tampoco parecía funcionar ... de repente el televisor y la pulsera se volvieron de un color verde muy brillante y alarmante, la luz de todo el vecindario se volvió verde en toda la visión de mi ventana y las luces parpadeaban. Cuando parecía que todo había pasado, salió al televisor "la noticia", el televisor, en las ventanas, los marcos de las fotografías, los muebles de cristal y todas las ventanas del barrio como si de televisores se tratara, la cadena de noticias estaba en todos sitios y la noticia era casi increíble, vida inteligente contacta con nosotros, los humanos de la Tierra, seres similar los felinos a dos piernas con una sociedad superior a la nuestra, pero con la misma inteligencia que nosotros , se presentaron oficialmente en el planeta, portadores y dueños de la producción de pulseras quedan al descubierto como únicos empleados de la empresa. Miré la pulsera y pensé que todo era cosa de un juego y me la intentar sacar, pero no pude, ni una motosierra pudo con ella, pero esta es otra historia.

jueves, 9 de mayo de 2013

Episodio primero: El juguete

Como buen trabajador que era, siempre he tenido mis costumbres. Me levantaba cada mañana para ir a trabajar, trabajaba en un pequeño bar en la esquina del típico parque donde los niños cuando salen de la escuela. Cuando no habían clientes ni trabajo que hacer, me detenía a disfrutar observando la vitalidad de los niños niños que jugaban. Algunos jugaban a la pelota, otros padres y madres y un grupo muy reducido siempre estaba jugando a modos un tanto especiales. Lo recuerdo como si fuera hoy, algunos niños solían llevar juegos interactivos en el parque, ya que estos juguetes se iniciaron cuando yo tenía veinte años. Nadie conocía el origen ni el mecanismo de las pulseras de realidad virtual y cualquier persona que los viera y no lo hubiera probado pensaría que los enanos estaban tocados del ala. Yo no supe que hacían estos niños hasta que me lo contó uno de los abuelos del parque, durante un descanso a la hora de comer que yo miraba muy extrañado directamente a un par de niños. Aquella juguete me parecía fascinante, tantas eran las ganas de probar una que empecé a ahorrar al máximo, sin gastar un centavo en nada más. Mi vida era cien por cien monótona, y, por que me habían contado, aquel juguete era la solución para salir de esta monotonía. Y así fue, cinco años después reuní la cantidad necesaria para comprar una de las que ya se habían quedado anticuadas, las ofertas del stocks eran mucho más que razonables, pero durante este cinco años, cada vez que lo hablaba con algún cliente del bar, me respondían que sólo era un juguete para niños pequeños. Igualmente, me decidí a comprarla, deseaba aquella pulsera como un niño pequeño desea la llegada del día de navidad, las fiestas de cumpleaños o las vacaciones de verano. Cuando ya tenía suficiente dinero para una pulsera vieja, la avaricia se apoderó de mí construyendo hacerme una necesidad irracional de tener una nueva. Como sí del destino se tratara, la vi, en la misma calle saliendo del parque de trabajo, justo delante de la estación de tren. Sí, una pulsera rebajada al noventa y cinco por ciento de descuento, era de segunda mano, pero era asequible. Fui al cajero más cercano corrientes, como si me persiguiera un centenar de bestias y saqué todo lo que tenía y más. Los números les pulsar totalmente al azar y volví a la tienda de artículos de segunda mano a toda prisa. Habían dos kilómetros de distancia, de ida eran de bajada pero correr de vuelta era agotador. A mitad de camino parecía que el pecho quisiera salirse de mi cuerpo, mi respiración era exagerada y con la mano pegada al pecho pulsando fuerza, seguí hasta que llegué. Pero ya era demasiado tarde, ya habían cerrado, y donde estaba antes la pulsera de juegos interactivos había un cartel muy deprimente de color blanco en el que habían escrito con permanente negro la palabra "agotado". Aquella imagen me acompañaría durante un duro pero corto periodo de ese día. Para acabar de fastidiar el día, en ese preciso instante se puso a llover. Empapado y triste me dirigí al tren, donde mi tarjeta empapada de agua se negaba a ser leída por la puerta de acceso. Lo dudé unos instantes, pero lo hice, no podía pasar la tarjeta ni comprarme otro, ya que la lluvia había destorçat todo mi dinero dejando una masa blanca y asquerosa en mi bolsillo. Esperé esperar a que pasara alguien para colarme. Pasó un hombre vestido con una ropa que parecía la ropa de la burguesía del siglo diecinueve, aquel hombre, que a simple vista, creo que cualquiera diría que es un adinerado. Pasé por detrás y me sentarme en un banco de piedra a su lado. Pasaron varios trenes de transporte de carbón, abiertos, sin techo, y podía ver un montón de cosas entre el carbón en cada uno de los trenes que pasaban, juguetes antiguos, armas, muebles y un montón de cosas sin sentido repartidas entre el carbón . El hombre subió en uno de estos trenes de mercancías y justamente cuando parecía que iba a subir, el tren se detuvo. Un niño pequeño de aquellos repelentes y mimados chillaba y lloriqueaba por haber perdido su juguete, un juguete que se le había perdido a su padre y que yo estaba viendo a mi lado, a unos centímetros de mí había una pulsera de color transparente donde antes el hombre estaba sentado. Había que quién era e incluso así la avaricia me ganó y me la puse ocultando la mano detrás. El hombre se volvió, dio media vuelta y comenzó a buscarla, la buscaba por las papeleras, la buscaba por tierra como si fuera una aguja, parecía que estuviera buscándola para hacer feliz a ese niño que podía ser perfectamente su limpio. Mientras más la buscaba, mi cara iba entristeciendo con mi sentimiento de culpabilidad, el niño llorando, la lluvia y el sentimiento de culpabilidad surgieron e intenté devolverle a su dueño, pero él me respondió, "ahora se tu ", ya continuación le gritó a su nieto" aquí no está, en que tienes pensado engancharte ahora? "

Prólogo

En una isla perdida del recuerdo, donde sólo sus habitantes conocen su existencia, había un pueblo de seres no tan diferentes a nosotros. es casi imposible de encontrar, ya que no se encuentra en este mundo, ni en esta galaxia. Hijos, aunque parezca imposible, yo estuve con ellos. Deseo con todas mis fuerzas que algún día pudiéramos volver porque conoce a sus padres biológicos. Él es un buen amigos mío del que ya os he hablado muchas veces, pero ella ... de ella no he osado hablaros nunca. Recuerdo como él la describía antes de que ... Decía que sus cabellos eran negros como la oscuridad relajante de la noche y que cuando estaba cerca del resto del mundo se esfumaba. Ellos sus ojos negros y grandes, brillantes como luz de amanecer le daban una sensación como si cada vez que la veía fuera la primera vez y el tiempo se detuviera durante unos segundos que deseaban que fueran eternos. Pero sin duda, todos recordaremos que ella era la base de nuestro grupo, su sonrisa parecía una epidemia de la edad media, inevitablemente contagioso. A veces pienso que todo ha sido un como sueño extraño y nada más, a veces pierdo la esperanza y creo que no volveré a levantar cabeza. Pero miro adelante, os veo a vosotros y lo veo todo claro, lo sé, todo fue tan real como la vida misma. Algún día yo no estaré, y, recibirá este mi escrito. Quiero que tenga bien claro que no tiene que asustar, es posible que empiece a cambiar, es posible que su cuerpo deje de ser lo que era, pero yo no lo sé, todo quedará en manos del azar de la genética . Sí esto sucediera debe protegerse y no contarlo a nadie,. Sí fuera el caso, toda la verdad sobre vosotros, toda mi experiencia, es la poca herencia que puedo dejaros. Ha llegado la hora de saberlo, quienes serán sus padres. Así que empezaré por el principio.